¡Preparaos que vienen salpicaduras de sangre y vísceras!
13/10/2015
Maravilla entre las maravillas, en la era de los 8 y 16 bit los horrorfilmfans no teníamos Resident Evils ni Silent Hills (ni PT >_<) con los que disfrutar como enanos, pero… qué quereis que os diga, los dos SplatterHouse de Megadrive tenían los elementos de un buen slasher en estado píxel; hay que rescatar a una chica guapa, tenemos una máscara como la de Michael Myers o Jason Voorhees y estamos lo suficientemente cachas como para esparcir sesos de mutantes malvados y viscosos por las paredes. Cuando eres un crío y el cine y la literatura de terror ya te atraen, en el escaparate de la tienda de turno ves un SplatterHouse y la imaginación se te dispara… y las ganas de comprarlo pero la paga no te llega. De hecho, en los 90 no pude tener ningún SplatterHouse, los compré siendo ya un niño algo más alto y dientudo, pero aún no había cumplido los 40, menos mal.
«Tenemos que salvarla»… lo de rescatar a la chica estaba muy bien, hace unas pocas décadas los que jugábamos a la consola no solíamos tener mucho éxito con las féminas, ni éxito así en general, y las reuniones de pequeños nerds urbanos o rurales eran tan encantadoras como necesarias para hablar de los juegos y las chicas que no podíamos tener… no en vano, las mozuelas ni se percataban de nuestra existencia gracias al flujo natural de la perpetuación de la especie y la búsqueda de los mejores especímenes masculinos. Y los juegos ─cual ítems codiciados de inmunidad o vidas extra─ los custodiaban dependientes grasientos que daban mucho miedo con camisetas de tirantes y tortillazas, pendientes enormes con forma de crucifijo y el cigarrillo colgando de la comisura de la boca. Sí, en esos años todo el mundo fumaba hasta en quirófanos, paritorios y colegios y era asqueroso, porque el olor se quedaba impregnado en cualquier cosa que comprases o alquilases.

La música me parecía de lo más apta para el desarrollo del juego, un poco de la era MIDI de MegaDrive, pero sonaba con unos agudos muy puros y un tonillo de peli gore de serie B, lo más lógico para el juego, el entorno, la ambientación… en fin, que un aplauso lleno de sangre y tripejas para Milky Eiko. Os dejo con los dos temas de apertura de los Splatter de MegaDrive.
El remake de PS3 me pareció buenísimo y muy fiel y respetuoso al original, con una adaptación jugable bastante aceptable, la ironía de la máscara y bueno, lo de buscar las fotos de Jen por todo el mapeado no dejaba de ser un aliciente muy… auténtico. La máscara que «ayudaba» a Rick a recuperar a su chica tenía un humor peculiar, y siempre se mascaba en la historia ese regustillo de no saber muy bien qué te ibas a encontrar al llegar al final. Como la salsa de los rollitos, vaya.
Los nenes se alteraban con las fotos subidas de tono de Jen en aquel novedoso y ya «pasado de moda» HD… no deja de ser curiosa la evolución de los videojuegos; en la época de los 8 y 16 bit era muy (pero que muy) poco frecuente ver imágenes subiditas de tono, y si encontrabas alguna eran pixelazos adorables, nada de alta difinición. Es parte del progreso, supongo, ahora es mucho más sencillo encontrar contenido adulto y adulterado que entonces.
Aunque cueste creerlo, para mí hubo otros referentes videojueguiles incluso antes de MegaDrive; en Master System había jueguecillos con encanto y aspiraciones lóbregas e inquietantes aptas para chicuelos, y el Ghost House o el Basketball Nightmare ─por ejemplo─ tenían ese tufillo que me evocaba secuencias y situaciones de miedín siendo yo un chavalín. Eso sí, en aquellos juegos no habia gore ni tripejas sueltas, pero los colores planos, los draculines y demás bichejos pixelados, las musiquillas de 8bit y los fondos negros me sugerían situaciones que, quién sabe, se verían plasmadas de un modo u otro en mi literatura unos años después… somos lo que vivimos y cómo lo vivimos, no lo que decimos a los demás que somos.
Basketball Nightmare Master System – Menu music