13/10/2015
Steampunk, futuros sombríos e industrializados, días grises y piezas mecánicas dando vueltas alrededor del vapor. En la era de los 16bit, todo este conglomerado de sensaciones, visiones y disgregaciones espaciales estaban a la orden del día. Y las bandas sonoras de los juegos que reflejaban en mayor o medida este universo, iban acorde.
Empiezo con una canción mítica que no podía faltar si hablamos de algo cercano a lo industrial, oscuro y mecanizado. Como dice mi buen y pixelado amigo Hugo dice, retrofuturista. Es una excelente palabreja que bien define esta especie de soñada post civilización que tanto nos gusta. El DKC tenía algunos elementos industriales y oscuros, y los gráficos prerrenderizados del juego eran de locura para la época, pero sus composiciones musicales no tenían nada que envidiarles. Y estas dos en concreto me absorbieron mucho en las navidades del 94/95 por diversos y chungos motivos, y fueron de las pioneras en inspirarme para que empezase a escribir mis primeras tontunas, tontunas relativamente válidas a modo de relatillos o ensayos patateros que más o menos guardan una relación con lo que escribo ahora.
En agosto de 2019 conseguí, en una tarde con siestaca y modorra con mi buen Emiliano, y tras mucho sudor, lágrimas y pixeletes este juego que pasó un poco como un sleeper en su época; la versión de SNES es la caña, creo que la de MD algo más flojilla, pero si hablamos del aroma metálico y ferroso de lo steampunk, el ShadowRun es un verdadero tótem, un faro en las noches de neón de las factorías románticas de la fantasía.

En ese mismo verano, una noche tórrida y freak me llevé solo el cartucho de SNES en un millón de fundas ─como buen tarado coleccionista con guantes de látex, risotada absurder y piñata jirafesca─ y estuvimos jugándolo Hugo y yo en su casa de Villamierda. Fantástico y fresquísimo. Por cierto, me niego a juzgar la inspiración del juego en Blade Runner. ¿Quién o qué no se ha inspirado en una de las piedras angulares de esta especie de futuro─oscuro─industrial─romántico─retro?
El Aero the Acrobat 2 de SNES tiene un par de temas dignos de esas nostálgicas tardes nubladas de cualquier octubre cálido. Octubre tiene algo que siempre he vinculado a esos momentos de pensar y pasar junto a amigos, de soñar y de imaginar que nos caemos en épocas futuras sombrías. Las dos composiciones están incluídas en este vidrio, «Boardin Zone (Act 1 & 3)» en primer lugar, y poco más de cuatro minutos después, «Boardin Zone (Act 2)».
¡Usad unos buenos cascos o un buen equipo de sonido para escuchar estas maravillas de la música/programación! No hagáis como hace todo el mundo ahora, ahí con los altavoces del móvil, que suena a lataza…
Del Jurassic Park de SNES y su BSO de John Dunn me quedo con dos temas que me traen muy buenos recuerdos emilíticos del verano del 94 con aire acondicionado. El juego es del 93, pero lo tuve en el verano posterior, por entonces ya andaba de aventurillas para cambiar juegos embarcándome en trenes de cercanías viejunos con asientos acolchados. Sí, como lo oís, acolchados y con un maravilloso y consistente aroma a posaderas de múltiples generaciones e idiosincrasias, muy cosmopolita, y es que el peculiar y mítico «curso lectivo» 93/94 fue decisivo en lo que a comenzar a escribir tontunas de teenager granudo y ganso se refiere; si bien no era algo nuevo en mí, en ese curso, alentado por tanta inspiración musical videojueguil y una buena piara de amigos, cogí el boli por banda y me puse a escribir sandeces que aun conservo, si bien es cierto que el 96 fue el año en el que garabateé más cosas, relatos incluso utilizables a día de hoy, previo paso por la guillotina. Bueno, que me enrollo, ahí van otros dos temas retro de días nublados, no tengo claro qué títulos son los oficiales, por eso pongo los dos de cada canción. Triceratops Trot (Mountains) y la mezcla, a los 4:45, Submarine Symphony (Seaside).
Seguimos atrapados en el 94 ─y lo que nos queda─, esas tardes/noches de octubre con novedades en el ambiente, olor a tierra mojada y a nuevas esperanzas grises y mecanizadas. El Zombies de SNES y un mueble sin pegatinas nos cuentan aventurillas de adolescentes entrometidos un domingo cualquiera por la noche de ese mismo mes, al día siguiente hay que madrugar para los coles y los instis pero da igual, el tema principal de Joe McDermott conseguía que hablaras de pelis de miedo prohibidas y trasnochases con los amiguetes contando leyendas urbanas que no se podían destripar porque tenías que fiarte de la dudosa cultura popular de entonces. Sí, era dudosa pero entrañable, la sobredosis de información que hay ahora ha matado esos raticos tan entrañables, siempre hay alguien con el smartphone en la mano comprobando si lo que cuentas es cierto…
Espectacular texto/sonoro. Una vez más envuelto en armónicos y desestructurados sonidos te leo, hermano, y evocas los recuerdos más primitivos de una adolescencia que aún no termina… La mia, la nuestra. Gracias por compartir tus recuerdos y recordarme lo casi olvidado.
E-1000
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